Trayectoria




    Siempre he sido una persona curiosa, deseosa por experimentar y con ansias de innovar. Mis primeros intentos de ellos fueron en el colegio, cuando a los trece y catorce años, en mis últimos dos años de educación media, logre asistir en dos ocasiones a ferias científicas juveniles. No alcancé a ser premiado, pero equivocarme y aprender de ello me hizo crecer como persona. 


    Logré terminar la educación media (o bachillerato, como se le conoce en Venezuela) a los quince años, tras lo cual me dispuse a ingresar a la Universidad de Oriente (UDO) para estudiar la Licenciatura en Física, no obstante, la inestabilidad de las universidades públicas, donde las clases frecuentemente se veían interrumpidas por las luchas sociales generaron dudas en mi sobre que camino tomar. Se me presentó la alternativa de estudiar Ingeniería en Mantenimiento, y fue allí cuando tomé una de las que al día de hoy considero una de las decisiones más importantes de mi vida, cursar ambas carreras simultáneamente.


    Durante toda mi etapa universitaria fui un excelente estudiante em ambas carreras, siendo premiado por ello en varias ocasiones. Gracias a ello logré acceder a una plaza como preparador docente en la UDO, cargo que consistía en el dictado de clases de apoyo para otros estudiantes, y reservado para los estudiantes de mejor rendimiento y que hayan aprobado al menos la mitad de los cursos de la carrera. Particularmente dicté cursos de electromagnetismo y cálculo vectorial. Estudiar en la UDO también me permitió ser partícipe de eventos como la Escuela Venezolana para la Enseñanza de la Matemáticas y la Escuela Venezolana de Matemáticas en reiteradas ocasiones.


    Mientras cursaba mis estudios de pregrado se gestaba en mi país una crisis económica y humanitaria a la cual no fui ajeno, y antes condiciones de vida cada vez más precarias, y tras incluso haber perdido más de veinte kilogramos en poco más de un año, en julio del 2018 me vi forzado a emigrar por subsistencia. Pude culminar a tiempo mis estudios en ingeniería, pero los retrasos acumulados debidos a la inestabilidad propia de las universidades públicas no me permitió titularme, abandonando así la carrera tras haber aprobado todos los cursos, y quedando pendiente tan sólo el desarrollar un trabajo de grado.


    Mi salida del país tuvo como destino Perú. Vivir aquí fue una experiencia enriquecedora, y todo un respiro tras padecer escapar de la crisis venezolana, aún recuerdo la impresión de abundancia que sentí al ver una plato de comida tan lleno, lomo saltado, luego de pasar meses comiendo tan sólo lo suficiente para calmar el hambre. En este país choqué por primera vez con la barrera del no tener experiencia, mucho menos contactos, pero gracias a mi facilidad para la matemáticas y las ciencias en general pude adaptarme al paradigma educativo local y conseguir empleo como docente, tanto en instituciones educativas como de manera particular. Mi vida en Perú se caracterizó por el dinamismo, estar dispuesto a todo y asumir los riesgos necesarios en pos de un mejor futuro, fue así como tomé otra decisión clave en mi vida, el Instituto Balseiro.


    Mis objetivos a corto plazo eran claros, continuar con mis estudios, ligados a la física, por lo que necesitaba empezar a ahorrar para costear mis estudios en Perú, fue entonces cuando recordé la existencia del Instituto Balseiro, del cual había escuchado hablar en mis días de estudiante de física. Me puse al tanto de las oportunidades que ofrecía y me enamoré de inmediato. Postulé en línea y fui convocado a rendir el examen de admisión, aunque titubeé debido a que a la fecha del examen no tenía mucho dinero, decidí subir al bus y viajar doce horas hasta Lima, la noche antes de tomar el examen. Al tiempo recibí mi carta de admisión, mi alegría no podía ser mayor, desde ese momento trabajé cada día con el objetivo de migrar nuevamente, pero esta vez en busca de un futuro profesional.


    Llegué a Bariloche, Argentina, el 25 de julio del 2019, en medio de una tormenta de nieve que nos obligó a varios viajeros a refugiarnos toda la noche en la terminal terrestre de la ciudad. Desde ese momento la ciudad me sorprendió, ni siquiera había visto la nieve antes, pero esto fue nada en comparación a como me sorprendió el instituto. De inmediato quedé fascinado por el modo de vida y el nivel académico. La cursada de materias fue retadora, que tras varias lecciones de humildad, te fuerza a convertirte en una mejor persona y un mejor profesional.


    Al segundo año de cursada recibía una terrible noticia, en medio de la cuarentena global, mi madre, en Venezuela, fue diagnosticada con cáncer. Desde entonces además de estudiar también empecé a trabajar como repartidor en bicicleta, generando así un ingreso extra para costear sus gastos médicos.


    Al momento de redactar esto me encuentro en la fase final de mi maestría en el Instituto Balseiro, cuando no estoy redactando mi tesis tomo cursos de ciencia de datos y de modelado con ANSYS. También pretendo iniciar una empresa de soluciones tecnológicas dedicada a atender PYMES de la ciudad y donde pueda poner en practica los conocimientos que adquiero sobre ciencia de datos.


Esta travesía está lejos de terminar.



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